Por: Alondra Camacho
Grace y Gilbert son hermanos gemelos que han tenido una vida demasiado agitada y de cierta manera trágica, su madre falleció en el parto y su padre algunos años después, volviéndose huérfanos a una corta edad y siendo separados. Grace tiene altibajos en su vida, sintiéndose triste por estar lejos de su gemelo, luchando contra la soledad y viviendo a través de su amor por los caracoles y alegorías a los mismos. Siguiendo los relatos de su vida, nos daremos cuenta de la visión que tiene Grace y todo lo que tuvo que pasar para que pudiera ser ella misma, sin culpas y sin remordimientos.
Adam Elliot escribió, dirigió y produjo esta película, animada con la técnica stopmotion, siendo creada de manera independiente, nos regala una historia increíblemente sincera, cruda y melancólica, que nos remonta a los inicios de Tim Burton debido al estilo visual que maneja.
Memorias de un caracol llega a demostrarnos una vez más que el cine de animación no es exclusivo para las infancias, nos enseña que podemos encontrar historias conmovedoras y con temas que pocas veces se tocan en el contenido audiovisual actual, generando curiosidad en los espectadores, con hambre de historias originales y personajes entrañables, que quedan impregnados en la memoria de los mismos.
La sensibilidad de Grace viene de las circunstancias en la que la vida la ha puesto, ni el bullying ni las pérdidas la han hecho rendirse, demuestra que puedes sentir lástima por ti mismo, te puede doler, puedes llorar, puedes tratar de tirar la toalla, pero no perderte a ti y que siempre hay un motivo más para levantarte por la mañana, puede ser desde hablar con tus amigos hasta seguir tus sueños que parecen demasiado grandes.
Fue doblada al español para su estreno en el país y en las voces principales tenemos a Cassandra Ciangheroti y Emilio Treviño, entregándonos una interpretación hermosa para cada personaje, capturando la esencia a través de la voz y los matices aplicados.
En la sala de cine las emociones que generó la película fueron palpables, risas y lagrimas se escucharon y a pesar de llevar varias semanas en cartelera, la salla estaba llena.
México en los últimos años se ha convertido en el país a nivel mundial que consume más cine animado, estableciendo más de un millón de espectadores por película, que no solo vienen de estudios grandes Dreamworks o Netflix, si no que, también está abriendo paso a producciones independientes como lo es Memorias de un caracol o Flow, que tienen su origen en países como Australia y Francia.